La historia de la Aldea Quintana data, como la de toda la zona de las nuevas poblaciones, desde el año 1767, cuando tiene lugar la colonización de Carlos III encomendada a Pablo de Olavide en pleno desierto de La Moncloa y La Parrilla. Fernando de Quintanilla le dio orden a un aventurero llamado Juan Gaspar para traer 1593 católicos alemanes y flamencos, que se establecieron en la zona, siendo el propio Quintanilla el encargado de la distribución de colonos y terreno.

El término de La Carlota fue distribuido además del núcleo principal en diez departamentos, el último de los cuales es la Aldea Quintana, cuyo nombre proviene de tal organizador, Fernando de Quintanilla.

Debido a las circunstancias y a la mala forma de vida, el progreso y la economía fueron totalmente nulos durante más de medio siglo. A partir de los años 1860 aproximadamente, la Aldea Quintana, aunque lentamente, empezó su crecimiento. El dueño de una finca colindante llamada Beneguillas, donó un terreno para construir viviendas y así vinieron gente de otras aldeas y pueblos limítrofes, consiguiéndose en 1891 una población de 51 casas y 203 habitantes, siendo su alcalde pedáneo Don José Cuesta Jiménez. También teníamos una escuela mixta cuyo profesor era Don Antonio Roldán Cámara.

Al principio del siglo XX se construye una iglesia, siempre con la colaboración y el sacrificio de todos los aldeanos.

En 1911 la Aldea Quintana celebra su primera feria y fiestas en honor de la Santa Cruz, desde entonces se viene celebrando año tras año. En 1924, llegó la electricidad a la aldea.

En la década de los 50, muy difícil en la Aldea Quintana, se construyeron doce casas para los más necesitados, cambiando así los chozos de pajas por casas de teja. También se implantaron servicios tan importantes como el teléfono, agua potable y alcantarillados, cuando en otros pueblos mayores carecían aún de ellos.

En las décadas de los 60-70, la Aldea Quintana progresa a buen ritmo, se construyeron talleres de carpintería, herrería, mecánicos y sobre todo hoteles y restaurantes, una estación de servicio y lavacoches, todo ello hace de nuestra aldea un punto estratégico para el viajero.

A partir de los 80 la Aldea Quintana, como todos los pueblos de España, cambia su imagen con la totalidad de sus calles asfaltadas, alumbrado público, mejora incalculable de la sanidad. También se construyó un flamante recinto escolar en 1985. En definitiva, la Aldea Quintana ha vivido los 30 años mejores de su historia hasta el 92, con el desvío de la autovía sufre un importante parón en su economía, cerrando varios restaurantes y talleres, ya que los accesos de entrada y salida son sumamente pésimos.

AUTOR: Pepe Martinez